¿Qué secretos nos revelarían las paredes de cada sitio que visitamos, si pudieran afirmarnos todo lo que se dice en torno a ellos? Sería fascinante nos dijeran acerca de sus leyendas.
¿Qué leyendas nos relataría el fuerte de San Juan de Ulúa?
Aquí les dejamos una leyenda de amor de San Juan de Ulúa.
La Leyenda del Caballero Alto
Entre
las casi olvidadas tradiciones costeñas del Estado de Veracruz, se conserva la
leyenda del Caballero Alto, una creación de la mente popular que cree ver
fantasmas y aparecidos en las sombras o siluetas que produce la neblina al interponerse
entre la realidad de los objetos que oculta a medias y la vista del observador.
Dice
la leyenda que hace muchos años, vivía
en España un viejo castellano, noble de cuna y mílite de profesión que paso los mejores días de su existencia ganando tierras para su rey.
Siendo
ya inútil para proseguir en el servicio de
las armas,el monarca hispano le recompensó sus servicios nombrándolo
castellano de San Juan de Ulúa, y antes de partir a tierras de América, decidió
casarse, escogiendo a una joven, hija de noble familia venida a menos en
fortuna y a quien el viejo militar ofreció en cambio velar por su subsistencia
en el futuro.
Los
padres aceptaron gustosos el enlace, sacrificando a la hija que amaba y era
amada por un joven capitán de los ejercitos del rey , y que carecía de títulos
nobiliarios.
Enterado
el galán de la determinación de los
padres de su novia, juró que habría de seguirla aunque para ello tuviera
necesidad de ir hasta el fin del mundo,
iniciando desde ese momento sus gestiones para ser trasladado a tierras de la
Nueva España.
Se
efectuó la boda y partió la pareja con rumbo a la Nueva Veracruz, llegando al
Puerto después de larga y tediosa travesía pródiga en sobresaltos y sorpresas,
fijando su residencia en la casa del gobernador de la Fortaceza de San Juan de Ulúa.
La
joven castellana hacía añoranzas del tiempo pasado en unión de sus padres y del ser amado, allá en su pueblo
natal de España y sentía profunda tristeza que no bastaban a discipar los
festejos organizados por su esposo , que atribuía aquel estado de su ánimo, a
la soledad de su reclusión en Ulúa.
El
joven capitán, realizó esfuerzos indecibles por lograr su traslado a la Nueva
España y al cabo de tres largos años,
recibió órdenes en tal sentido, embarcando en uno de los galeones que hacían el servicio de
ultramar con las flotas.
Cuando
la castellana de San Juan de Ulúa supo la llegada de aquella flota, sintió
renacer en su corazón una nueva esperanza, e igual que en otras ocasiones y por
los mismos motivos, se preparó a visitar la Nueva Veracruz en unión de su esposo dispuesta a asistir a los festejos
con que el puerto solía recibir a los viajeros venidos de la Madre Patria.
Veracruz
estaba de fiesta, por las calles
cubiertas de arena, desfiló la mojiganga compuesta por una
murga pueblerina que era seguida por la “tarasca”., los gigantes y el
“mojarrilla” que hacía piruetas y bailaba al compás de un tambor y de un pito, recibiendo como recompensa por su
destreza, las dávidas del público.
Desde
el balcón principal de palacio,vieron desfilar aquel anuncio las principales
autoridades del puerto, acompañadas del gobernador, la castellana y los
capitanes y oficiales de la flota.
Confundido
entre el pueblo que veía pasar el
desfile, el antiguo novio de la castellana de Ulúa observaba el balcón de la casa de cabildos sin apartar la vista
de la que había sido su gran pasión y la
alegría volvió al rostro de la joven
esposa al descubrirlo.
Desde
aquel día procuraron verse seguido, y la castellana inventaba pretextos para
venir con frecuencia a la ciudad, y tantas veces ocurrió esto,que por fin hizo
entrar en sospechas al pequeño mundo femenino de la Nueva Veracruz, que se dio a comentar las frecuentes entrevistas
entre el capitán y la castellana.
Un
día llegaron navíos sospechosos a la proximidad del puerto, acordando las
autoridades enviar refuerzos a la guarnición de Ulúa, tocando al joven capitán
ser parte de ellos. Ya en la fortaleza, se presentó al gobernandor como
coterráneo de su esposa y al poco tiempo era nombrado ayudante de la primera
autoridad del islote.
La
visitas de la castellana a la Nueva Veracruz siguieron efectuandose en forma
regular y el capitán era encargado de acompañarla en ella. El pequeño mundo
social del puerto siguió murmurando de aquellos amoríos que no trataban de
ocultarse a su vista y una persona, tal vez para congraciarse del gobernador,
le llevó la noticia.
Al principio, el viejo militar no hizo caso,
pero con los días entró a su vez en sospecha, aumentando sus temores al ver que
por las noches salían a pasear juntos por los baluartes u bastiones de Ulúa.
Decidido
a saber la verdad,una noche siguió a los amantes. La luna brillaba en todo su
esplendor sobre el cielo veracruzano,haciendo distinguir los objetos en sus
mas minimos detalles y fue fácil para el
gobernador seguir a la pareja en sus
diarios recorridos.
Cuando
sabían por la escalera que conduce del repuesto al terraplén del Baluarte de
San Crispín,vio que al detener el paso y sin imaginar que eran observados , unieron
sus labios en un prolonagado beso…
Cegado
por la ira ante el espectáculo que presenciaban sus ojos, el burlado esposo
desenvaino su espada y acercándose a la pareja les marcó el alto.Sorprendido el
capitán desenvainó y cruzó su arma con la del gobernador.
La
lucha fue breve y el cuerpo del amante cayó al suelo herido de muerte.La
castellana corrió a su lado llena de
dolor y al ver que expiraba en sus brazos sacó la daga que llevaba el capitán
al cinto y se dio muerte.
La
leyenda no dice que ocurrió con el viejo militar gobernador de San Juan de Ulúa, mas aseguran que la sangre de los
amantes se confundió sobre el piso de
la escalera, formando un charco rojo que al pasar los años aún se distinguía
como una mancha obscura sobre el blanco de
las lozas…
Y
cuentan los viejos marinos que saben de historias y leyendas, que los
centinelas de puesto en el baluarte de San Crispín, al legar el filo de la media noche, oían murmullo apagado de
voces y rumor de lucha por el muro de la gola, y que cuando la luna brillaba en el
firmamento, se veían vagar por los
pasillos y plazoletas del baluarte donde esta emplazada la torre del caballero
Alto, dos sombreas enlazadas en estrecho
abrazo asegurando quie eran las almas en
pena de los dos amantes que en silencia recordaban su paso por este
mundo.
Bibliografía:
González, Juan José, Trece leyendas e historias de la ciudad de Veracruz.
Fotografía:Jaimesaid.blogspot.com
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