LOS TRATADOS DE LA SOLEDAD
Antecedente a la batalla del 5 de mayo de 1862
Al conocer los pormenores de la
frágil situación del gobierno de Benito Juárez, sorprende que haya logrado
reunir contingentes de distintas regiones del país para entrar en combate
contra mejor ejército del mundo.
Sin recursos materiales ni un
ejército en forma era previsible una nueva derrota; sin embargo, Juárez supo
convocar a la unidad, quizás todavía precaria en Puebla, pero con el triunfo de
Ignacio Zaragoza se consolidó un sentido de
nación que no siempre fue visible en los cuarenta años anteriores al 5
de mayo.
Al término de la Guerra de
Reforma, México se encontraba sin recursos, por lo cual el gobierno tomó la
decisión de suspender temporalmente el pago de las deudas pública y externa,
por decreto expedido el 17 de julio de 1861.
Ante esta actitud, los gobiernos
de Inglaterra, Francia y España, se pusieron de acuerdo para intervenir en
México, por lo cual firmaron El Convenio de Londres, el 31 de octubre de 1861,
comprometiéndose a no buscar ninguna ventaja particular ni a ejercer influencia
para que México escogiera su forma de gobierno, así como el distribuir
proporcionalmente el dinero que se recogiera en las aduanas.
Una vez establecida la triple
alianza europea, el gobierno mexicano tomó dos medidas inmediatas:
Revocó el decreto de la suspensión de pago de deuda externa y convocó a todos los estados y grupos de disidentes a que se unieran al Supremo Gobierno en defensa de la Patria. Todos los estados de la República, participaron al gobierno tener listas tropas para la defensa del país y aseguraron poder organizar mayor fuerza, con lo que daban cumplimiento al decreto emitido por el Presidente Juárez, del 17 de diciembre de 1861. Ante tales circunstancias, el Ministerio de Guerra y Marina, en circular del 17 de enero de 1862, fundamentándose en el decreto antes señalado, ordena que todos los estados deban acudir a la defensa del país.
Revocó el decreto de la suspensión de pago de deuda externa y convocó a todos los estados y grupos de disidentes a que se unieran al Supremo Gobierno en defensa de la Patria. Todos los estados de la República, participaron al gobierno tener listas tropas para la defensa del país y aseguraron poder organizar mayor fuerza, con lo que daban cumplimiento al decreto emitido por el Presidente Juárez, del 17 de diciembre de 1861. Ante tales circunstancias, el Ministerio de Guerra y Marina, en circular del 17 de enero de 1862, fundamentándose en el decreto antes señalado, ordena que todos los estados deban acudir a la defensa del país.
Así en diciembre de 1861
desembarcaron las tropas de España en Veracruz y en los primeros días de
1862 las de Inglaterra y Francia. La situación en el puerto se puso insoportable debido a la falta de apoyo
de la población. En pocos días escaseó
la comida y aparecieron brotes de enfermedades tropicales; la ciudad se llenó
de soldados enfermos. A los
representantes de los aliados no les quedó más remedio que ponerse en
comunicación con el gobiernos mexicano y entablar negociaciones con Manuel
Doblado, representante del gobierno de Juárez, al cual, por lo tanto,
reconocían implícitamente.
Doblado recibió el planteamiento de que las tropas aliadas necesitaban internarse hacia regiones más templadas, a lo cual respondió que primero deseaba saber cuáles eran los reclamos de las potencias, ya que hasta ese momento el gobierno no había recibido una declaración de guerra. Así comenzaba el trabajo diplomático del gobierno mexicano para hacer saber al mundo que no desconocía la deuda y que su interés era negociar con cada país en términos pacíficos.
Doblado recibió el planteamiento de que las tropas aliadas necesitaban internarse hacia regiones más templadas, a lo cual respondió que primero deseaba saber cuáles eran los reclamos de las potencias, ya que hasta ese momento el gobierno no había recibido una declaración de guerra. Así comenzaba el trabajo diplomático del gobierno mexicano para hacer saber al mundo que no desconocía la deuda y que su interés era negociar con cada país en términos pacíficos.
Después de algunos encuentros, el 19 de febrero de 1862, a
las diez de la mañana, se realizó una
conferencia entre el general español Juan Prim, representante de los aliados y
Doblado en el poblado de La Soledad, Veracruz. Hasta este momento la situación
parecía favorablemente para el gobierno mexicano, gracias a su labor diplomática y a que el general Prim, hombre
de reconocida integridad e ideas liberales, supo identificar la intriga en la
que Francia se había involucrado. También entendió la precaria situación de la
economía mexicana y que el gobierno republicano era el legítimo representante
de la nación.
Prim y Doblado conversaron durante seis horas y al terminar
habían acordado que se reconocía al gobiernos constitucional, que cada nación
trataría sus reclamaciones pendientes en marzo, que los aliados no pretendían
violar la soberanía ni la integridad del territorio y que los contingentes
europeos podrían moverse de manera legal hacia posiciones más saludables en
Córdoba, Orizaba y Tehuacán. Finalmente, que la bandera mexicana sería izada en
San Juan de Ulúa y el puerto de Veracruz y en caso de que se
declararan rotas las relaciones, las tropas aliadas volverían a los puntos
que inicialmente ocupaban en la costa de
Veracruz.
Los aliados aceptaron la propuesta mexicana por medio de los
Tratados de la Soledad, pero las ambiciones francesas de Napoleón III los
desconocieron. Ante esto se fragmentó la triple alianza, retirándose solamente
las fuerzas inglesas y españolas, iniciándose así la Guerra de Intervención y
el llamado Segundo Imperio, que abarcó de 1862 a 1867.
FUENTE: |
GALERIA:
http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=soldemayo-galeria
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