martes, 2 de diciembre de 2014

S.M la emperatriz Carlota en el puerto Veracruz.

Del 14 al 20 de noviembre de 1865  la ciudad  de  Veracruz se  engalanó con la visita de S.M la emperatriz Carlota.
El 15  de  noviembre  partió de  Paso del Macho el convoy que la trasladaría al puerto y a las 4 p.m  la esperaba  en la puerta  de  la merced una comisión de señoras precedidas por Doña Refugio Vázquez  de  Bureau , el presidente del ayuntamiento, los jefes y empleados de todas las oficinas.
Por la noche S.M se deleitó con una cena que comenzó a las 7 p.m, posteriormente el paseo por la plaza lució como a continuación  se  detalla en una publicación de la época:

"Figúrense  nuestros lectores, una arquería ojival de siete metros de altura, que circunda todo el cuadro, en la parte interior libre la calzada, desde cuyo punto se levantaba un inmenso kiosko de luces y bandas sostenido todo por un gran mástil coronado de pabellones nacionales cubiertos en su base por caprichosos escudos en los que estaban enlazadas las letras M.C. con una corona de  laurel encima. Dos mil faroles de cristal, cuatro mil vasos de colores, y algunas centenas de caprichosos faroles venecianos derramaban su luz en la plaza, sin contar las iluminaciones de Palacio, Hotel Diligencias y casas de los particulares. No hay memoria de que en la ciudad haya habido jamás más esplendida iluminación, ni mejor combinada ni de más efecto.”

                                              

                                                                    Foto: dinastias.forogratis

Y así fue como agradeció al pueblo Veracruzano:

Señor Prefecto:
Antes de dejar  esta ciudad que tantas pruebas Me ha dado de  afecto y cariño, quiero que en Mi nombre, agradezca á los habitantes de Veracruz el ardiente recibimiento que Me hicieron, asegurándoles que eternamente quedará grabado en Mi corazón; y distribuyendo 1.000 pesos á los mas necesitados.
Reciba V, Señor Prefecto, los testimonios de  mi benevolencia.
                                                                                                                      Carlota
Veracruz 17 de Noviembre de 1865.

Fuente: S.M LA EMPERATRIZ CARLOTA EN VERACRUZ, Veracruz, Imprenta de J.M Blanco, 1865, p. 10.

jueves, 18 de septiembre de 2014

La llorona huasteca

La llorona huasteca
(La llorona de Naranjos)

Esta leyenda aunque se cuente de diferentes maneras, en diversos pueblos del mundo, tiene sus orígenes en: Génesis 25:16-20; Jeremías 31:15; Mateo 2-18
"Así dice el SEÑOR: Se oye una voz en Ramá, lamento y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; rehúsa ser consolada, por sus hijos que ya no existen." Refiriéndose a la fecha del 28 de diciembre, cuando mueren varios infantes por ordenes de Herodes.

Eran en aquel entonces, los meses de julio y agosto en los años de 1790 – 1800, en una aldea huasteca fincada en la sierra de Otontepec sobre el rio Tancochin, quizá Tancoco, quizá Amatlán, quizá Chinampa, quizá Naranjos.
La aldea se componía de apenas unas veinte familias Téenek, entre ellas habitaba un matrimonio formado por Chajíp (otate fuerte) y Chuyém (flor maravillosa) padres de seis niños, el más grande de nombre Tocob (nube) como de seis años, Chanab (grillo) de cinco años, Jel (sereno) de cuatro años, Expidh (solito) de tres años, Albedh (hermosa) de casi dos años y Uco (tordo) como de seis meses.
Se podía decir que esta familia, era la más feliz de toda la aldea, pero la desgracia cambiaria por completo su destino. 
Fue un día nublado con amenaza de lluvia, cuando Tocob llevó a bañar a sus hermanitos a una poza de agua cristalina sobre el río, estuvieron retozando divirtiéndose en demasía, sin descuidar a sus hermanos menores.
Ya en la tarde casi para salirse del agua, comenzó a llover precipitadamente, que Albedh la más pequeña se espantó y se dejó caer, en las aguas de la poza y Chanab se abalanzó sobre de ella para sacarla, pero de repente la corriente los arrastró sobre el río, al ver Tocob que sus hermanitos se estaban ahogando, se echa al agua queriéndolos rescatar, lo mismo hace el pequeño Expidh, pero el cauce del río era demasiado fuerte y se los llevó. 
Chuyém la madre al ver que la tempestad estaba arreciando, corre a la milpa con Uco en brazos, para avisarle a su marido Chajip que los niños andaban en el rio y no regresaban, despavorido Chajip va hasta el río y al ver que Jel uno de sus hijos estaba siendo arrastrado por la corriente, se lanza también al río muriendo ahogado, Chuyém al ver la tragedia, se arroja desesperada con el niño en brazos y también es arrastrada por la corriente.
Los aldeanos comenzaron la búsqueda por las orillas del rio, sin encontrar rastros de la familia, hasta como a los diez días, en una mañana nublada encontraron a Chuyém, a la orilla del río con la vista perdida, su cuerpo desnudo y su rostro desecho, casi cadavérico que producía terror, la envolvieron en una manta blanca y la llevaron a la aldea, no quiso comer ni beber agua, solo balbuceaba llorando lágrimas secas, (na´cuitol´i, na´cuitol´i )¡mis hijos… mis hijos! Desde entonces le empezaron a decir “Uxum ok´ol” (mujer que llora) o la llorona.
Días después desapareció misteriosamente de la aldea, aunque algunas personas decían que caminaba por la sierra y el río gritando como en lamento ¡mis hijos, mis hijos!
Pasaron casi tres años de aquel lamentable suceso, que parecía ya estar olvidado por los aldeanos huastecanos, hasta que una noche cuando azotaba una fuerte tormenta, en uno de los jacales de la aldea vieron como un fantasma atraviesa la pared de otate y lodo, cargando en brazos al niño más pequeño, que estaba durmiendo en la cuna, gritando con gran tristeza . . . . . ¡mis hijos,…… mis hijos!...... los padres quisieron quitárselo, pero al intentar agarrarla abrazaban una y otra vez solo aire vacio que los llenaba de terror.
Uxum ok´ol conocida como la llorona, lleva el niño hacia el río sumergiéndose en el agua hasta ahogarlo, mientras los aldeanos impotentes por no poder con este ser sobrenatural, veían como su rostro cadavérico y lleno de terror, se desvanecía gritando ¡mis hijos, mis hijos!.
A la mañana siguiente encontraron a la criatura ahogada no muy lejos de la aldea, el cuello y la espaldita estaban rasgados, como si le hubiese pasado las uñas profundamente por su piel.
Transcurridos los tres días volvió a azotar otra tempestad, en la obscura aldea en medio de la sierra y en la orilla del rio Tancochin, los rayos caían centellando el jacalerío, de pronto escuchan nuevamente el lamentoso grito ¡mis hijos… mis hijos! Sí no había duda alguna, la llorona estaba de vuelta, solo que esta vez no entro a ningún jacal.
Se paseaba por toda la aldea gritando, los aldeanos la miraban con recelo y temor era ella Uxum ok´ol sí la llorona, enredada como en una manta blanca casi trasparente, horas después casi al amanecer se aleja rumbo al río, causando calma momentáneamente en la aldea, pero de pronto las puertas de todos los jacales, se abren como por arte de magia y los niños menores empiezan a caminar, como hipnotizados precipitándose en el río, ahogándose absolutamente todos en sus aguas, mientras los aldeanos se quedaban estáticos sin poder hacer nada, como si la llorona los hubiese paralizado.
Al llegar el nuevo día volviendo a la realidad, todo fue llanto y dolor, los aldeanos se abalanzaron hacia río, para rescatar los cadáveres de sus niños maldiciendo a la llorona y pidiéndole a Dios que se la llevara para siempre.
Hoy en día, en la Ciudad de Naranjos, dicen que hay personas que la han visto y oído cuando viene la tempestad, gritando con gran lamento ¡aauuuuuuuuuuuuu! Sin mencionar a sus hijos, se cuenta esto pero no con mucha certeza.
Los niños y algunas personas adultas también, cuando empieza a llover en la noche, más si se oyen truenos y quitan la luz, cierran bien las puertas y ventanas, se meten en sus camas tapándose hasta la cabeza, cuando el cielo empieza a tronar, no vaya 
a ser que la llorona grite a sus oídos ¡mis hijos, mis hijos! atravesando la pared y se los lleve al río.


Fuente: Versión popular publicada en el libro “Cuextecatl volvió a la Vida, de José Reyes Nolasco.

Fotografía : ciudadparanormal1.blogspot.com


sábado, 6 de septiembre de 2014

La leyenda del caballero alto

¿Qué secretos nos revelarían las paredes de cada sitio que visitamos, si pudieran afirmarnos todo lo que se dice en torno a ellos? Sería fascinante nos dijeran acerca de sus leyendas.

¿Qué leyendas nos relataría el fuerte de San Juan de Ulúa?


Aquí les dejamos una leyenda de amor de San Juan de Ulúa.


La Leyenda del Caballero Alto

Entre las casi olvidadas tradiciones costeñas del Estado de Veracruz, se conserva la leyenda del Caballero Alto, una creación de la mente popular que cree ver fantasmas y aparecidos en las sombras o siluetas que produce la neblina al interponerse entre la realidad de los objetos que oculta a medias y la vista del observador.
Dice la leyenda que hace  muchos años, vivía en España un viejo castellano, noble de cuna y mílite de  profesión que paso los mejores días de  su existencia ganando tierras para su rey.

Siendo ya inútil para proseguir en el servicio de  las armas,el monarca hispano le recompensó sus servicios nombrándolo castellano de San Juan de Ulúa, y antes de partir a tierras de América, decidió casarse, escogiendo a una joven, hija de noble familia venida a menos en fortuna y a quien el viejo militar ofreció en cambio velar por su subsistencia en el futuro.

Los padres aceptaron gustosos el enlace, sacrificando a la hija que amaba y era amada por un joven capitán de los ejercitos del rey , y que carecía de títulos nobiliarios.

Enterado el galán de la determinación de  los padres de su novia, juró que habría de seguirla aunque para ello tuviera necesidad de  ir hasta el fin del mundo, iniciando desde ese momento sus gestiones para ser trasladado a tierras de la Nueva España.

Se efectuó la boda y partió la pareja con rumbo a la Nueva Veracruz, llegando al Puerto después de larga y tediosa travesía pródiga en sobresaltos y sorpresas, fijando su residencia en la casa del gobernador de  la Fortaceza de San Juan de Ulúa.

La joven castellana hacía añoranzas del tiempo pasado en unión de  sus padres y del ser amado, allá en su pueblo natal de España y sentía profunda tristeza que no bastaban a discipar los festejos organizados por su esposo , que atribuía aquel estado de su ánimo, a la soledad de  su reclusión en Ulúa.

El joven capitán, realizó esfuerzos indecibles por lograr su traslado a la Nueva España y al cabo de  tres largos años, recibió órdenes en tal sentido, embarcando en uno de  los galeones que hacían el servicio de ultramar con las flotas.
Cuando la castellana de San Juan de Ulúa supo la llegada de aquella flota, sintió renacer en su corazón una nueva esperanza, e igual que en otras ocasiones y por los mismos motivos, se preparó a visitar la Nueva Veracruz en unión de  su esposo dispuesta a asistir a los festejos con que el puerto solía recibir a los viajeros venidos de  la Madre Patria.

Veracruz estaba de fiesta, por las calles  cubiertas  de  arena, desfiló la mojiganga compuesta por una murga pueblerina que era seguida por la “tarasca”., los gigantes y el “mojarrilla” que hacía piruetas y bailaba al compás de  un tambor y de  un pito, recibiendo como recompensa por su destreza, las dávidas del público.

Desde el balcón principal de palacio,vieron desfilar aquel anuncio las principales autoridades del puerto, acompañadas del gobernador, la castellana y los capitanes y oficiales de  la flota.
Confundido entre  el pueblo que veía pasar el desfile, el antiguo novio de la castellana de Ulúa observaba el balcón de  la casa de cabildos sin apartar la vista de  la que había sido su gran pasión y la alegría volvió al rostro de  la joven esposa al descubrirlo.

Desde aquel día procuraron verse seguido, y la castellana inventaba pretextos para venir con frecuencia a la ciudad, y tantas veces ocurrió esto,que por fin hizo entrar en sospechas al pequeño mundo femenino de  la Nueva Veracruz, que se  dio a comentar las frecuentes entrevistas entre el capitán y la castellana.

Un día llegaron navíos sospechosos a la proximidad del puerto, acordando las autoridades enviar refuerzos a la guarnición de Ulúa, tocando al joven capitán ser parte de ellos. Ya en la fortaleza, se presentó al gobernandor como coterráneo de su esposa y al poco tiempo era nombrado ayudante de la primera autoridad del islote.

La visitas de la castellana a la Nueva Veracruz siguieron efectuandose en forma regular y el capitán era encargado de acompañarla en ella. El pequeño mundo social del puerto siguió murmurando de aquellos amoríos que no trataban de ocultarse a su vista y una persona, tal vez para congraciarse del gobernador, le llevó la noticia.

Al  principio, el viejo militar no hizo caso, pero con los días entró a su vez en sospecha, aumentando sus temores al ver que por las noches salían a pasear juntos por los baluartes u bastiones de Ulúa.

Decidido a saber la verdad,una noche siguió a los amantes. La luna brillaba en todo su esplendor sobre el cielo veracruzano,haciendo distinguir los objetos en sus mas  minimos detalles y fue fácil para el gobernador seguir a la pareja  en sus diarios recorridos.
Cuando sabían por la escalera que conduce del repuesto al terraplén del Baluarte de San Crispín,vio que al detener el paso y sin imaginar que eran observados , unieron sus labios en un prolonagado beso…
Cegado por la ira ante el espectáculo que presenciaban sus ojos, el burlado esposo desenvaino su espada y acercándose a la pareja les marcó el alto.Sorprendido el capitán desenvainó y cruzó su arma con la del gobernador.
La lucha fue breve y el cuerpo del amante cayó al suelo herido de muerte.La castellana corrió a  su lado llena de dolor y al ver que expiraba en sus brazos sacó la daga que llevaba el capitán al cinto y se dio muerte.
La leyenda no dice que ocurrió con el viejo militar gobernador de San Juan de  Ulúa, mas aseguran que la sangre de los amantes se  confundió sobre  el piso de  la escalera, formando un charco rojo que al pasar los años aún se distinguía como una mancha obscura sobre el blanco de  las lozas…
Y cuentan los viejos marinos que saben de historias y leyendas, que los centinelas de puesto en el baluarte de San Crispín, al legar el filo de  la media noche, oían murmullo apagado de voces  y rumor de  lucha por el muro de  la gola, y que cuando la luna brillaba en el firmamento, se veían vagar  por los pasillos y plazoletas del baluarte donde esta emplazada la torre del caballero Alto, dos sombreas  enlazadas en estrecho abrazo asegurando quie eran las almas  en pena de  los dos amantes  que en silencia recordaban su paso por este mundo.


Bibliografía: 

González, Juan José, Trece leyendas e historias de la ciudad de Veracruz.

Fotografía:Jaimesaid.blogspot.com



martes, 18 de febrero de 2014

Los tratados de la Soledad

            

 LOS TRATADOS DE  LA SOLEDAD

Antecedente a la batalla del 5 de mayo de 1862




Al conocer los pormenores de la frágil situación del gobierno de Benito Juárez, sorprende que haya logrado reunir contingentes de distintas regiones del país para entrar en combate contra mejor ejército del mundo.

Sin recursos materiales ni un ejército en forma era previsible una nueva derrota; sin embargo, Juárez supo convocar a la unidad, quizás todavía precaria en Puebla, pero con el triunfo de Ignacio Zaragoza se consolidó un sentido de  nación que no siempre fue visible en los cuarenta años anteriores al 5 de mayo.

Al término de la Guerra de Reforma, México se encontraba sin recursos, por lo cual el gobierno tomó la decisión de suspender temporalmente el pago de las deudas pública y externa, por decreto expedido el 17 de julio de 1861.

Ante esta actitud, los gobiernos de Inglaterra, Francia y España, se pusieron de acuerdo para intervenir en México, por lo cual firmaron El Convenio de Londres, el 31 de octubre de 1861, comprometiéndose a no buscar ninguna ventaja particular ni a ejercer influencia para que México escogiera su forma de gobierno, así como el distribuir proporcionalmente el dinero que se recogiera en las aduanas. 

Una vez establecida la triple alianza europea, el gobierno mexicano tomó dos medidas inmediatas:

Revocó el decreto de la suspensión de pago de deuda externa y convocó a todos los estados y grupos de disidentes a que se unieran al Supremo Gobierno en defensa de la Patria. Todos los estados de la República, participaron al gobierno tener listas tropas para la defensa del país y aseguraron poder organizar mayor fuerza, con lo que daban cumplimiento al decreto emitido por el Presidente Juárez, del 17 de diciembre de 1861. Ante tales circunstancias, el Ministerio de Guerra y Marina, en circular del 17 de enero de 1862, fundamentándose en el decreto antes señalado, ordena que todos los estados deban acudir a la defensa del país. 

Así en diciembre de 1861 desembarcaron las tropas de  España en Veracruz y en los primeros días de 1862 las de  Inglaterra y Francia. La situación en el puerto se  puso insoportable debido a la falta de apoyo de  la población. En pocos días escaseó la comida y aparecieron brotes de enfermedades tropicales; la ciudad se llenó de  soldados enfermos. A los representantes de los aliados no les quedó más remedio que ponerse en comunicación con el gobiernos mexicano y entablar negociaciones con Manuel Doblado, representante del gobierno de Juárez, al cual, por lo tanto, reconocían implícitamente.

Doblado recibió el planteamiento de que las tropas aliadas necesitaban internarse hacia regiones más templadas, a lo cual respondió que primero deseaba saber cuáles  eran los reclamos de las potencias, ya que hasta ese momento el gobierno no había recibido una declaración de guerra. Así comenzaba el trabajo diplomático del gobierno mexicano para hacer saber al mundo que no desconocía la deuda y que su interés era negociar con cada país en términos pacíficos.


Después de algunos encuentros, el 19 de febrero de 1862, a las diez de  la mañana, se realizó una conferencia entre el general español Juan Prim, representante de los aliados y Doblado en el poblado de La Soledad, Veracruz. Hasta este momento la situación parecía favorablemente para el gobierno mexicano, gracias a su labor  diplomática y a que el general Prim, hombre de reconocida integridad e ideas liberales, supo identificar la intriga en la que Francia se había involucrado. También entendió la precaria situación de la economía mexicana y que el gobierno republicano era el legítimo representante de  la nación.





Prim y Doblado conversaron durante seis horas y al terminar habían acordado que se reconocía al gobiernos constitucional, que cada nación trataría sus reclamaciones pendientes en marzo, que los aliados no pretendían violar la soberanía ni la integridad del territorio y que los contingentes europeos podrían moverse de manera legal hacia posiciones más saludables en Córdoba, Orizaba y Tehuacán. Finalmente, que la bandera mexicana sería izada en San Juan de Ulúa y el puerto de Veracruz y en caso de  que se  declararan rotas las relaciones, las tropas aliadas volverían a los puntos que inicialmente ocupaban en la costa de  Veracruz.

Los aliados aceptaron la propuesta mexicana por medio de los Tratados de la Soledad, pero las ambiciones francesas de Napoleón III los desconocieron. Ante esto se fragmentó la triple alianza, retirándose solamente las fuerzas inglesas y españolas, iniciándose así la Guerra de Intervención y el llamado Segundo Imperio, que abarcó de 1862 a 1867.





FUENTE: 


 González,R.. (MAYO 2012). La Batalla de Puebla . Relatos e historias en México , No.45 , 46-67.

GALERIA: 

http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=soldemayo-galeria




miércoles, 5 de febrero de 2014

Veracruz y la Constitución Política de 1917


El 26 de noviembre de 1914, Venustiano Carranza, investido como primer jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, instaló su gobierno en el edificio de Faros de la ciudad de Veracruz. El arribo de Carranza al histórico puerto jarocho marcó la ruptura definitiva con la Convención revolucionaria, en dicha convención se determinó que cesaban al señor Carranza como primer jefe del ejército constitucionalista encargado del Poder Ejecutivo y el general Villa como jefe de la División del Norte, Villa por su parte no dejó el mando de la División del Norte y el 5 de Noviembre el cargo como presidente provisional recayó en Eulalio Gutiérrez. Carranza por su parte se puso en marcha hacia dicho puerto que estaba a punto de ser desocupado por los norteamericanos; previo a su llegada en Córdoba desconoció a la Convención de Aguascalientes sus acuerdos apoyados por Zapata y Villa. 
La desunión de los convencionistas y la pugna sangrienta entre villistas y zapatistas que cada noche asesinaban entre sí en vía de “diversión”, permitieron que los carrancistas al mando del general Obregón avanzaron hacia México, a principios de 1915 estando aun instaurado el gobierno en Veracruz, Obregón había ocupado la capital abandonada por los gobiernos de la Convención. El 6 y 7 de abril los villistas atacaron en Celaya a Obregón generando serias pérdidas. Se libró una segunda batalla el 13, 14 y 15 de abril en la que nuevamente los villistas fueron derrotados.
Estos sucesos permitieron que Carranza quedara triunfante y en cumplimiento del decreto de diciembre de 1914 su gobierno expidió en Veracruz la ley del Municipio Libre, la de la Restitución y Dotación de Ejidos, la Supresión de las Tiendas de Raya y la del Establecimiento Obligatorio de Escuelas en las Fábricas y Haciendas. La ley de Restitución y Dotación de Ejidos emitida el 6 de enero, fue formulada por el licenciado Luis Cabrera, quien, como diputado a la XXVI legislatura, había presentado en diciembre de 1912 una propuesta para "la reconstitución de los ejidos de los pueblos como medio de suprimir la esclavitud del jornalero mexicano". Cabrera sostenía que la vida de los pueblos no se podía explicar sin la existencia de los ejidos, los cuales aseguraban la subsistencia de las comunidades y eran "la tranquilidad de las familias alrededor de la iglesia". Dicha postura en defensa de las tierras de los campesinos le ganó, incluso, el reconocimiento de Antonio Díaz Soto y Gama, destacado intelectual zapatista, quien calificó su proposición como de una "admirable lucidez".
 El gobierno de Carranza fue reconocido por los Estados Unidos y por otras naciones reunidas en la Conferencia Panamericana en Washington, el 9 de Octubre. En tales condiciones y pacificado el país, dispuso el traslado del gobierno a la ciudad de Querétaro donde convocó  El 14 de noviembre de 1916 a un Congreso Constituyente que le diera nueva forma a la vida legal del país. 
 De este congreso son sin duda hijos de los debates y exposiciones acalorados del constituyente de Querétaro los artículos 3o, 37o y 123o que caracterizan la constitución mexicana de febrero de 1917. El artículo 3º se refiere a que la educación debe ser laica, científica, democrática, nacional y social.; proclama el carácter gratuito y obligatorio de la enseñanza primaria y prohíbe la intervención de corporaciones religiosas.
El artículo 27º elevó la categoría de constitucionales los enunciados del plan de Ayala y utilizaron la Ley Agraria del 6 de enero de 1915 como antecedente para la elaboración de dicho artículo referente a la tenencia de la tierra. 

El artículo 123º determina las condiciones del trabajo y de la previsión social: el derecho de los obreros, para unirse en defensa de sus intereses, la jornada máxima de ocho horas, prohibición de trabajos insalubres para mujeres y niños, el día de descanso, seguridad social y otras condiciones.




Fuente: Orozco Linares, Fernando. Gobernantes de México. 
México, D.F.: Panorama, 1993.


Rojano García, Edgar D. "Venustiano Carranza y su visión sobre la cuestión agraria”. 2013. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=exp-ley-agraria-articulo.

jueves, 23 de enero de 2014

Veracruz: Patrimonio de la Humanidad


¿QUÉ ES EL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD?

En nuestros días, el término patrimonio se refiere al legado que recibimos del pasado, el cual debemos proteger, conservar y rehabilitar en el presente, y que transmitiremos a las próximas generaciones.
El patrimonio lo conforman aquellos bienes o sitios que poseen un valor universal excepcional, es decir, que tienen una importancia cultural o natural extraordinaria, que trascienden fronteras y son importantes para las generaciones presentes y futuras de la humanidad.

Garantizar su conservación y salvaguardia son parte de la tareas que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO,por sus siglas en inglés), fundada en 1945, se abocó desde entonces a orientar a los pueblos en una gestión más eficaz de su desarrollo, a través de la conservación de sus recursos naturales y valores culturales. A partir de de 1959, cuando el gobierno de Egipto decidió construir la presa de Asúan que inundaría el valle en el que se encontraban los templos de Abu Simbel y Filae, tesoros de la antigua civilización egipcia,  la UNESCO decidió lanzar una campaña mundial para su protección; su tarea fundamental  desde entonces será garantizar la conservación y salvaguardar los bienes o sitios que poseen valor universal excepcional, es decir, que tienen una importancia cultural o natural extraordinaria, que trascienden fronteras y son importantes para las generaciones presentes y futuras de la humanidad como se aprobó el 16 de noviembre de 1979 mediante la Conferencia General de la UNESCO.

Sin perjuicio de las soberanías nacionales y de su propiedad, estos sitios nos pertenecen para cuidarlos compartirlos y respetarlos. Su desaparición representa una pérdida irreparable para la humanidad, por ello hoy más que nunca, el patrimonio mundial es nuestro patrimonio común.

Existen dos tipos de patrimonio :  

  • Patrimonio Cultural  y Natural 
  • Patrimonio Inmaterial

El patrimonio Cultural lo constituye todos aquellos monumentos, conjuntos o lugares con valor universal desde el punto de vista de la historia, el arte o la ciencia;mientras que el patrimonio Natural está representado por formaciones físicas y biológicas o por grupos de estas formaciones, que tengan valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico.

El patrimonio Inmaterial: Comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y practicas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculadas a la artesanía tradicional.



VERACRUZ PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

TLACOTALPAN(Ciudad Histórica)


Nombrada el 2 de diciembre de 1998 Patrimonio de la Humanidad pertenece a la categoría de Ciudad Histórica. Fundada hacia 1550 en la ribera del Papaloapan, Tlacotalpan cuyo nombre en náhuatl significa "tierra entre aguas"un asentamiento notable porque conserva su traza original y una buenas cantidad de construcciones de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Tanto la traza urbana como la arquitectura de Tlacotalpan son consecuencia de la fusión de tradiciones españolas y del caribe.Entre los valores de este lugar se encuentran su ubicación en un entorno exhuberante y los elementos que le confieren un encantador aire provinciano, como sus anchas calles y sus casas en una notable variedad de estilos y colores. Desde su fundación, la población estuvo bajo el amparo de la Virgen de la Candelaria y la fiesta que se le dedica cada 2 de febrero es una a la que vale la pena asistir.




CEREMONIA RITUAL DE LOS VOLADORES

Inscrita en el año del 2009 pertenece al patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.Se trata de una danza de fertilidad, con hondas raíces prehispánicas, que se encuentran en varios grupos étnicos de México y Centroamérica, especialmente entre los totonacas de Veracruz. Durante la ceremonia, cuyo objeto es proporcionar la armonía con los ámbitos naturales y espirituales, cuatro hombres trepan a un poste de madera (que puede alcanzar hasta 40m de alto, recién cortado con la anuencia del dios de la montaña.Un quinto elemento, el caporal, se coloca en la punta del poste, y con una flauta y un tamborcillo toca melodías dedicadas al Sol, a los cuatro vientos y a las direcciones cardinales.A continuación los cuatro hombres, atados con cuerdas al poste, se lanzan al vacío y descienden lentamente mientras simulan volar.Esta danza recrea el mito del nacimiento del universo, expresa la cosmovisión de la comunidad, permite la comunicación con los dioses y convoca a la prosperidad del grupo.



TAJÍN 

Declarada el 14 de diciembre de 1992, es un ejemplo sobresaliente del patrimonio arqueologico de México tanto por la calidad y la cantidad de los elementos culturales que resguardan como por su papel en la historia mesoamericana. Cuenta con un rico acervo cultural que comprende una gran cantidad de edificios, entre ellos la Pirámide de los Nichos, considerada uno de los ejemplos arquitectónicos mas notables de la época prehispánica y un nutrido grupo de relieves, esculturas y pinturas murales, que dan cuenta lo mismo de hechos históricos que de eventos míticos.
El apogeo de Tajín comenzó en el Epiclásico(700-900 d.C.), cuando fue uno de los lugares que sacaron provecho del ocaso de Teotihucan. En ese entonces , la cuidad llegó a cubrir un área de 1.5km2 y a albergar una población de entre 20 000 y 30 000 habitantes. Aunque un asentamiento de tales dimensiones debió ejercer su dominio sobre los sitios cercanos, sólo uno de ellos, Yohualinchan, muestra el característico estilo arquitectónico de Tajín, con decoraciones a base de nichos. Tajín, contiene una gran cantidad de canchas para el juego de pelota, 17 en total, proliferación que ha sido interpretada como un reflejo de que la ciudad, de acuerdo con la situación prevaleciente en la época, estuvo habitada por grupos con cierta autonomía y tal vez hasta de origen diverso. Como otras ciudades de su época, Tajín sufrió una paulatina decadencia y fue abandonada hacia el Posclásico Temprano (900-1200 d.C).


Fuente: Montaño, Héctor.. "México en la "Lista de patrimonio mundial"de la UNESCO." 
Arqueología Mexicana Junio de 2011: 10-61.

sábado, 18 de enero de 2014

El asalto pirata 1683

EL ASALTO PIRATA DE  1683

Aquella memorable mañana del diecisiete de  mayo de 1683, la Nueva Veracruz amaneció con la esperanza de ver llegar  las naves de  la Flota, que por esa  época  del año solía arribar conduciendo nuevos colonos y todas  las mercancías que aún no producían las tierras conquistadas.
Desde temprana hora  los madrugadores subieron a los torreones que coronaban las casa del Puerto, con la esperanza de ser  los primeros en dar la noticia  del feliz arribo, y en el Barrio de la  Caleta, habitado por un centenar de pescadores, se  hacían comentarios criticando el que por cosas baladíes no hubieran salido de pesca en ese día.
Al disiparse la niebla matutina empezó a brillar el sol en todo su esplendor, obligando a los curiosos que habían acudido a la playa o que se  encontraban en los torreones, a buscar refugio bajo techo y la ciudad volvió a cobrar  nuevamente su vida habitual.
En los mesones  y tabernas  se  notaba la afluencia de los visitantes que solían acudir al Puerto en gran número, con el propósito de hacer negocios fáciles con los tripulantes de las naves, ya fuera comprando o vendiendo mercancías, habiendo otros que establecían centro de juegos de  naipes mientras estaban en el Puerto de  las naves  de  la Flota.
Aquella mañana, por descuido u olvido, no salieron como era costumbre hacerlo diariamente en el servicio de  vigilancia de la costa, y esta negligencia costó bien cara a la población, pues como a las tres de la tarde avistaron por Barlovento dos  navíos de alto bordo, uno mayor que otro y con la apariencia de pertenecer a la esperada Flota, siendo en realidad la avanzada de los barcos de Agramonte y Lorencillo. Nunca pensaron los veracruzanos su verdadera identidad, y cuando vieron que al llegar a la boca del canal de entrada torcían el rumbo, imaginaron que se trataba de los navíos de la Flota que esperaban la llegada de la nave Capitana para entrar al puerto.
Legó la noche sin tener nuevas noticias, entregándose la población al descanso, más en las primeras horas de la madrugada, aquellos dos navíos, acompañados por otros nueve menores, desembarcaron por la Punta de los Hornos de Medina, más de seiscientos hombres armados.
Rodearon la ciudad y se lanzaron al ataque, sembrando un terror pánico entre los habitantes que despertaron al disparo de los mosquetes y a los gritos de “Viva el Rey de Francia”.
Los hombres de guarnicionaban los reductos y fortines de la Nueva Veracruz, fueron muertos por el invasor después de breve resistencia y los soldados que había en el palacio del cabildo, cayeron peleando, entre ellos el Alférez Diego Martínez que antes de morir destruyó con sus propias manos la bandera de España, para evitar que la tomara el  enemigo.
Pasados los primeros minutos de estupor, empezaron a salir a la calle los habitantes, sin acertar a saber qué pasaba, y eran hechos presos por los piratas y conducidos a la Iglesia Parroquial, convertida en prisión provisional, mientras saqueaban las casas en forma despiadada.
Durante las primeras horas de la mañana reinó el mayor desorden. Los piratas llevaban todo lo que encontraban de valor  a la Plaza de Armas y pronto estaba allí reunida una gran cantidad de joyas, así como grandes arcones llenos de  monedas de  plata y oro.
En el interior  de  la Iglesia Parroquial había a las nueve de la mañana más de  seis mil armas, y por el calor producido con la aglomeración se dieron casos de asfixia. Algunos de los prisioneros trataron en forma desesperad de hacer una salida, y fueron muertos por sus guardianes que dispararon hiriendo también a mujeres y niños que se encontraban en el interior.
Por la tarde, los cautivos empezaron a clamar piedad y el cura Vicario de la Parroquia consiguió hablar con Lorencillo, logrando que llevaran pan y agua a los cautivos, pero fue tan escasa la cantidad proporcionada, que originó un tumulto entre aquellos infelices que se disputaban un pedazo de pan o un sorbo de agua.
Cuando cerró la noche de aquel primer día, ya no quedaba nada de valor en el interior de las casas de Veracruz y los piratas se dedicaron a celebrar el triunfo con libaciones, convirtiendo la situación en un verdadero caos.
Bajo el dominio del alcohol se perdieron los últimos vestigios de disciplina entre los piratas y toda la noche estuvieron haciendo viajes a la Iglesia convertida en prisión, sacando a viva fuerza a cuanta mujer querían, sin distinción de color o estado.
Cada minuto que pasaba era mayor el número de heridos en el interior del templo y los gritos y lamentaciones acompañaron aquella noche de orgía.
El miércoles por la mañana, pensando intimar a los cautivos, Lorencillo mandó rodear la Iglesia con barriles de pólvora y lanzó la amenaza de que iba a volar el edificio.
Aumentaron con ese motivo las lamentaciones de los presos, que creían llegado su último momento de vida, hasta que el jefe pirata tuvo compasión de ellos y revocó la orden.
Como único alimento en ese día volvieron a llevarles pan y agua, reanudándose con ello la lucha entre los destinos que se disputaban a golpes la posesión de un pedazo de pan.
Al llegar la noche volvió  a repetirse lo mismo del día anterior y en la madrugada tuvieron noticias los piratas de que habían muerto varias personas asfixiadas en la aglomeración, decidiendo entonces desalojar un poco el templo y mandaron sacar a los negros y mulatos que utilizaron para conducir el botín reunido en la plaza de  Armas hasta la Punta de Hornos, donde los piratas se encargaron de llevarlo a sus navíos.
Agramonte y Lorencillo entraron la mañana del jueves en la Parroquia y saquearon los altares, llevándose entre otras cosas la Cruz Parroquial y los ciriales que eran de plata, así como los cuatro serafines que adornaban el Santo Sepulcro.
Lorenzo Jácome, que fue vecino de la ciudad hasta el día en que huyó por haber cometido un crimen, conocía perfectamente a todos los hombres de posibles y les mando citar a Palacio, haciéndoles confesar a fuerza de tormento, el sitio donde habían escondido sus objetos de valor.
Viendo aun insatisfechos sus deseos, dieron después tormento a los esclavos, pensando que descubrirían aún mayor número de objetos de valor, ocurriendo escenas espantosas que terminaban con la muerte de  las víctimas a cuchilladas.
Cansado de la inutilidad de sus procedimientos, Lorencillo mandó a traer leña para quemar vivos a los cautivos y entonces intervino el Cura Vicario nuevamente, consiguiendo convencerlo para que desistiera de aquella atrocidad y en cambio prometió hablar al pueblo desde el púlpito para que confesaran lo que hubieran podido haber ocultado.
Aceptó el pirata la proposición e instalándose en el ábside, fue tomando nota de las confesiones de  cada uno, logrando aumentar el botín en seiscientos mil pesos.
En ese jueves dieron a la luz varias infelices mujeres en el interior de  la improvisada prisión y se registraron nuevas muertes por consecuencia de las heridas que habían recibido muchos de los presos, impidiendo los piratas que se los muertos fueran sacados del lugar.
El jueves conferenciaron los piratas acerca del rescate que iban a pedir por la población, interviniendo los principales, habitantes del Puerto en la discusión, fijándose la cantidad en cincuenta mil pesos.
Llegó el sábado por la mañana y Lorencillo entró a caballo en la Iglesia, ordenando salir a todos los eclesiásticos, que pensaron habría llegado el fin de  sus desventuras, desengañándose pronto, cuando les ordenaron que ayudaran a acabar de conducir el botín hasta Los Hornos.
Ese mismo día se llevaron a la Isla de  Sacrificios como rehenes, a dieciséis de los cautivos, entre ellos al propio Gobernador, para que sirvieran de  garantía a su seguridad a la hora de cobrar el rescate, y en la isla fueron confinados en un antiguo horno de cal, cuyos restos aún se pueden ver en ese sitio.
Durante la conducción del botín a la Punta de Hornos, muchos de los habitantes que habían, servido como mozos de cuerda en el traslado, fueron retenidos también en la Isla y allá permanecieron diez días más, al cabo de los cuales y después de  recibir el dinero del rescate, dejaron en libertad a todos, pero abandonados en ese sitio y sin medios de poder regresar a la tierra firme, pues en su retirada los piratas habían destruido las lanchas del Puerto.
No terminaron con eso las penalidades de los veracruzanos aislados en Sacrificios; muchos trataron de llegar a la costa utilizando primitivas balsas construidas con los despojos dejados por los asaltantes y otros intentaron la travesía a nado, muriendo muchos de ellos atacados por los tiburones.

Por fin pudieron traer algunos “cayucos” y pequeñas embarcaciones de la Villa de Boca del Rio , regresando en ellos a su ciudad, que presentaba un aspecto desconsolador, pues las casas tenían destruidas las puertas, en las calles estaban aún abandonados los cadáveres de los asesinados durante el asalto y sus cuerpos habían entrado en descomposición, envenenando el ambiente de fétido olor, y hablando de la iglesia Parroquial, cuenta un testigo presencial: “con lágrimas lo escribo, más aseado estaba un mulador, y mejor olfato tenia; allí hacían sus necesidades, por no poder más allí dos mil inmundicias; todo un establo de porquerías sino el más puerco muladar que pueda haber, si bien creo que no pueda haber otro lugar más inmundo aunque a propósito se haga, de suerte que en mucho tiempo no ha de estar la Iglesia en su ser de limpieza, por más que la devoción cristiana la ha de procurar asear y perfumar con todos los olores”.
La noticia del asalto llegó a México con varios días de atraso y aunque el Virrey se dio prisa en enviar socorros, éstos no llegaron sino hasta que los piratas habían abandonado el Puerto.
El Virrey condenó al Gobernador de Veracruz a ser degollado, acusándolo de ser el causante de todos los males ocurridos por su poca previsión, mas éste apeló a la sentencia que le fue conmutada por l expulsión, saliendo para España en  la misma flota que estaban esperando y que la llegó varios días después, cuando todo había pasado.
En el mes de Agosto, la Armada de Barlovento hizo su entrada al puerto, llevado presos varios de los navíos de Agramonte y Lorencillo, con gran parte del botín, que fue depositaron en la casa de cabildos al cuidado de las autoridades porteñas, mientras se averiguaba a quién pertenecía cada objeto rescatado.
La invasión de los piratas vino a demostrar a las autoridades de la Nueva España, la necesidad de fortificar debidamente la ciudad, dejando una impresión imborrable en los habitantes que recordaban aún el asalto de Lorencillo, a principios del siglo XIX, mandando decir una misa en acción de gracias por la retirada de los piratas.

FUENTE: Gonzalez , Juan Jose,"Trece Leyendas e Historias de la Ciudad de Veracruz",Gob. del Edo. Veracruz, 1943